En estos tiempos, posponer los encuentros ya no solamente tiene que ver con una cuestión de desinterés por el otro, sino también por una cuestión económica.
Cancelar citas por no tener plata,
leer mil veces la carta para asegurarse de que alcanza el dinero, evitar las
salidas a fin de mes, sentir vergüenza por no poder invitar a alguien a tomar
algo. Salir a un bar para tener una cita con alguien ya no es un plan
espontáneo sino que requiere de mucha estrategia. Los bares fueron y son el
lugar por excelencia para tener un encuentro en busca del amor o de un buen
momento, pero ¿Qué pasa cuando la crisis económica en Argentina es tan fuerte
que "ir a tomar algo" con una persona que nos gusta se convierte en
una preocupación por cuánto gastamos?. La odisea de entablar una relación en
tiempos en los que la crisis económica del gobierno de Javier Milei golpea
fuerte.
En momentos de crisis, ¿la gente
deja de ir a bares? ¿Siguen siendo el escenario romántico que fueron o se
eligen otros espacios más accesibles? ¿Es un doble golpe por la crisis para el
negocio? El Destape conversó con una decena de personas de entre 25 y 45 años
que buscan las formas de tener citas pese al costo. También dialogó con dueños
de bares, quienes del otro lado de la barra, ven cómo la crisis está
modificando los hábitos de consumo durante estos encuentros.
Las experiencias se repiten como
los guiones de las comedias románticas, pero con bolsillos vacíos. Los bares
siguen siendo el lugar preferido para buscar un amor, pero casi la totalidad de
los consultados confesó que sí les preocupa su economía a la hora de tener una
cita. Y entre ellos, una gran porción coincide en que ir a un bar "es un
lujo" que no pueden darse tan seguido. Aún más allá, algunas personas se
ven en la obligación de cancelar o posponer porque el presupuesto no alcanza.
En estos tiempos, posponer los
encuentros ya no solamente tiene que ver con una cuestión de desinterés por el
otro. Así que, si te cancelan una cita, no te lo tomes personal: el contexto
importa, y mucho. "Me ha pasado de posponer citas por no tener plata
varias veces, o tener que dilatar el tiempo entre una cita y otra, generalmente
por una cuestión económica y no tanto por deseo", contó Micaela,
estudiante de 25 años. La tendencia parece repetirse entre los consultados y
también en sus círculos cercanos. "Achicarse" se convirtió en una
necesidad para todos y como dejar de lado las conexiones humanas por falta de
plata nunca es una opción, incluso en los tiempos más difíciles, cada uno teje
su mejor estrategia.
Algunos reducen el promedio de
salidas, otros establecen un presupuesto fijo a comienzos de mes y van
administrando los gastos para estirarlo lo más posible sin pasarse del tope.
Hacer malabares con el dinero para lograrlo todo, o al menos intentarlo, esa
gran "costumbre argentina". "Intento que no pase de $15.000,
pero si es el único plan que tengo, no me fijo tanto”, explica Martina -27
años, estudiante y trabajadora en atención al cliente-.
La informalidad de las citas
actuales también juega un rol clave
Muchas veces, se elige simplemente
compartir una cerveza, papas fritas o un trago, para evitar tener que pagar la
cena completa. En otros casos, la cita se traslada a casas, plazas o planes
gratis al aire libre. “Una cita barata es tomar mates en la costanera o en una
plaza”, explicó una chica entrevistada. Por otro lado, están quienes no
negocian dejar de ir a bares (e incluso van varias veces a la semana), pero
compartiendo en grupos grandes: “Voy muy seguido a bares, pero tomo dos
cervezas entre cinco personas y me voy”, comentó Tamara -27 años, estudiante-.
Cuando se les preguntó a qué consideran una cita cara, todos coincidieron: ir a
un restaurante, al teatro o tener que tomarse un auto para movilizarse hacia
otro lado.
Culpa, preocupación y vergüenza
por no tener plata: tres emociones comunes a la hora de tener citas en bares
En paralelo a lo económico,
también corre lo simbólico, lo emocional. Un sentimiento recurrente que
provocan los momentos de ocio en medio de la crisis es la "culpa".
Salir a bares y gastar plata, incluso para aquellos que viven con sus padres se
vuelve un peso. Martina, reconoció: "Siento que si salgo a un bar tengo
que tener mucha plata, porque si no me alcanza, me incomoda. Yo elijo lugares
que sé que puedo pagar. Si no, ni arreglo. Hago planes según mi economía”.
Además de ponerse lindo antes de
una cita, contar cuánto hay en el bolsillo también es parte de prepararse. Si
Martina determina un tope económico para no gastar de más, Mariano -30,
diseñador de interiores- confiesa que siempre antes de ir a una cita tiene
"un tope mental" de cuánto puede gastar, ya que "le preocupa un
poco" pasarse de su presupuesto. La carga mental, también se absorbe
mientras se busca pasar un buen rato y, se supone, relajarse.
En plena crisis, los hombres,
¿siguen invitando?
En consonancia, también se cuela
otro debate nunca resuelto: la invitación por parte de los hombres. Aunque la
discusión sobre si está bien o está mal nunca será totalmente saldada, la
economía de las personas también impacta en cómo se organiza la salida. Muchos,
directamente no se permiten proponer una cita si no están seguros de poder
pagar.
La mitad de los entrevistados dijo
que prefiere dividir la cuenta y, aunque el gesto de invitar por parte de los
varones sigue existiendo en unos pocos casos, se diluye cada vez más.
"Suelo invitar la bebida y ofrezco pagar todo, pero si la otra persona
quiere pagar lo suyo, bienvenido sea”, admitió Mariano. "Los varones, por
lo menos con los que yo salgo, ya no te invitan", observó Ana -26 años,
estudiante-.
El impacto de la crisis en los
bares: qué dicen los dueños
Al otro lado de la barra también
suceden cosas. Tener que reducir los costos, despedir empleados e incluso
cerrar las puertas, como les pasó a dos de los 56 bares porteños distinguidos
por la prestigiosa Guía Michelin: Franca, del reconocido chef Julio Báez, y
Sál, otro famoso restaurante. Así es el impacto de la crisis en el sector
gastronómico, que se vale en parte de los románticos.
"Desde 2020 venimos remando.
Primero pandemia, después volvimos pero con poco volumen, y ahora se nota que
la gente se cuida más. Igual soy optimista: está bajando el consumo, sí, pero
también veo que de a poco se empieza a ordenar. El que sale, elige mejor",
cuenta Martín Suaya, dueño de un bar.
Y cuenta que si bien la gente
sigue saliendo, es mucho más cuidadosa con su bolsillo. "Quiere que la
plata rinda. Ya no es gastar por gastar, quieren atención, quieren calidad. Si
el bar está bueno y lo que ofrecen vale la pena, consumen. Pero te comparan
todo. Comparten más, sí, y también se nota que eligen mejor. Todos con ganas de
pasarla bien, pero más conscientes de lo que gastan y de lo que reciben",
sostiene.
En esta era moderna, y en plena
crisis, el marketing juega un rol clave. Además de la publicidad, las ofertas y
los descuentos, explicó que se las ingeniaron haciendo varias modificaciones en
el menú a precios más accesibles, para cubrir las necesidades de sus clientes
en este contexto.
Con reducciones, presupuestos
ajustados o salidas espaciales, las citas resisten la crisis. "Las parejas
están, pero siento que están eligiendo más restos que bares. Igual, el bar
sigue siendo ese lugar donde todo puede empezar", asegura Suaya.
✍ El Destape Web
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