Los audios de Diego Spagnuolo
estallaron con la furia de un pit bull desatado porque tienen el irresistible
aroma de la verdad. Que Karina Milei es la jefa del Gobierno y Martín y Lule
Menem son sus ejecutores interesados es una realidad. Que los Menem arrastran
en su breve paso por el Gobierno una extensa estela de casos de corrupción,
también. En el Pami, en la Anses, en el Banco Nación y en todo organismo
público en el que logran entrar, siempre bajo la bandera de liquidar a la
casta. La casta es el otro.
Spagnuolo, con un lenguaje llano,
unió las líneas de un esquema de enriquecimiento ilegal a expensas del Estado y
de paso abrió una ventana maravillosa al mundo Milei: las coimas que se
cobraban a los laboratorios coordinados por Jonathan Kovalivker de la Suizo,
subieron con el gobierno libertario al 8% del 5% que pagaban en el albertismo.
El amigo y abogado personal de
Milei incluso detalló cómo se reparten los porcentajes: 3% para Karina, 1% para
los que hacen la "operatoria", se supone los Menem, y un misterioso
4% que queda flotando. No es poco dinero, estamos hablando de un negocio que
Spagnuolo estimó en torno al millón de dólares mensual. Sólo en su dependencia.
Saquen sus cuentas sumando el resto del Estado.
Pero más interesante aún es la
descripción de Spagnuolo sobre cómo funciona el corazón del poder. El amigo de
Milei explica: "Milei no está metido, pero es toda la gente de él. Van a
pedirle guita a los prestadores. Yo hablé con el Presidente. Le dije no te
podés hacer el boludo conmigo".
De manera que, según el relato de
Spagnuolo, tenemos un Presidente que no pide coimas directamente, pero permite
que su gente de mayor confianza lo haga. Y tenemos también a un Presidente que
cuando un funcionario, además amigo y abogado personal, le advierte que en su
gobierno están pidiendo coimas, empezando por su hermana, no hace nada.
Excepto que sí hizo. Cuando la
denuncia de Spagnuolo tomó estado público, Milei decidió echar a... ¡Spagnuolo!
No hubo ninguna explicación oficial sobre lo dicho, no se mostró ninguna
documentación sobre la compra de medicamentos. Lo que se decidió es echar al
hombre que se atrevió a cuestionar el sistema de coimas, confirmando de paso la
veracidad de los audios, que difundió el periodista Mauro Federico y publicó
LPO. Sistema de coimas que LPO ya había revelado en agosto del año pasado,
cuando la ministra Sandra Pettovello le tiró un tiro a los Menem, para que
Karina deje de acosarla. Esa pelea sigue abierta.
Tenemos entonces a un gobierno
libertario, anti casta, que aplica la motosierra a los beneficios para
discapacitados en el mismo momento que pide coimas en la compra de medicamentos
para los discapacitados. Es una contradicción ideológica ajustar el gasto y al
mismo tiempo pedir coimas que lo incrementan?. Debate para Chicago boys.
Pero vayamos a lo importante,
Milei está en una situación delicadísima. El ajuste doloroso, por momentos
cruel, sólo puede encontrar algún sentido si es parte de un ineludible proceso
de saneamiento de las cuentas públicas, como base de una economía más ordenada
donde la gente honesta y trabajadora pueda prosperar. Un sacrificio útil para
abrir un futuro mejor.
Ahora, si todo ese esfuerzo y el
caos que genera, son apenas la coartada para que un nuevo grupo de
inescrupulosos se enriquezcan a costa del Estado, tenemos lo peor de los dos
mundos: recorte de beneficios sociales y corrupción.
Por eso, a Milei le está pasando
lo único que no le podía pasar. Y le pasa después de la estafa del caso Libra,
que también tiene en el centro a su hermana Karina. Y le pasa después del
escándalo del contrato del Banco Nación por 4.000 millones de pesos con los
Menem. Y le pasa después de los 24 viajes al exterior en vuelos oficiales o
privados, en hoteles de super lujo y en muchos casos sin misión oficial
conocida.
Con un agravante: le ocurre en el
preciso momento que su programa económico empieza a destartalarse, cuando la
actividad cae a niveles de diciembre del año pasado y la inflación, aún
maquillada, vuelve a corcovear. Ajuste y corrupción es un set de punk rock que
cualquier gobierno sensato trata de evitar.
La interna. de Karina Milei y
Santiago Caputo es el combustible que está alimentando el motor de estos
escándalos. Y como siempre ocurre en la política argentina, se operan con la
verdad. Hasta aquí nada nuevo. Pero hay una diferencia con escándalos pasados
que lo cambia todo: tenemos un Presidente que no conduce, que se jacta de
despreciar la política, que en los momentos claves se encierra a escuchar
ópera. Entonces, no hay freno de mano.
Milei hiperconcentró el gobierno y
la política del gobierno en su hermana, que hiperconcentró en los Menem. Creían
haber descubierto el agujero del mate, pero no se dieron cuenta que lo tenían
boca abajo.
Por Ignacio Fidanza
La Política Online