En medio de los reclamos de las
provincias por la parálisis de la obra pública vial y el deterioro de las
rutas, el Gobierno planea avanzar con el cierre de la Dirección Nacional de
Vialidad. La medida −que, según pudo saber LA NACION, se oficializaría antes
del 8 de julio− genera incertidumbre respecto del futuro de los empleados y la
continuidad de las tareas de mantenimiento de los caminos. Aunque hoy sigue en
funcionamiento, gremios viales denuncian que no están recibiendo los fondos
para ejecutar las reparaciones correspondientes.
Desde su creación, el organismo
tiene a su cargo tareas de “estudio, construcción, conservación, mejoramiento y
modificaciones del sistema troncal de caminos nacionales”. Según explicó a este
medio Graciela Aleña, secretaria general del Sindicato de Trabajadores Viales y
Afines de la República Argentina (Stvyara), aunque son empresas privadas las
que realizan las grandes obras de infraestructura, la entidad se encarga de
realizar tareas de inspección durante el proceso y de conservación posterior.
“Nuestra tarea vertebral es el
mantenimiento del camino. Ahí entra desde arreglar el bacheo, cortar el pasto,
recalzar la banquina y señalizar hasta hacer pesaje para que no se destruya el
camino por el sobrepeso de camiones”, detalló Aleña a LA NACION. Vialidad
también se encarga de despejar las rutas ante nevadas, derrumbes o aludes que
puedan obstaculizar la circulación, y que son una constante en la zona
cordillerana y patagónica.
“Es tristísima la posición de este
gobierno con relación a Vialidad Nacional. No entiendo por qué la maldad de
destruirla, de disolverla como la quieren disolver y sin aclarar quién se va a
hacer cargo de todas estas cosas”, agregó la dirigente gremial.
Según informó LA NACION, con la
reestructuración impulsada por el ministro de Desregulación, Federico
Sturzenegger, el Ministerio de Economía será el encargado de otorgar las
concesiones de obras públicas viales. Sin embargo, persisten dudas respecto de
cómo se procederá con el mantenimiento correspondiente a largo plazo y, en
particular, hasta que finalicen los procesos licitatorios.
Sin definiciones certeras al
respecto, crece la preocupación por el estado de las rutas y el consecuente
riesgo para quienes transitan en ellas, en especial dado el deterioro que ya
presentan gran parte de los corredores.
En febrero, diputados de Unión por
la Patria se reunieron con representantes de la Federación del Personal de
Vialidad Nacional (Fepevina) −uno de los gremios que nuclea a parte de los
trabajadores de la Dirección Nacional de Vialidad− y denunciaron que alrededor
del 70% de las rutas nacionales están en malas condiciones.
En la misma línea, la semana
pasada, incluso legisladores aliados a la administración de Javier Milei
reclamaron por la parálisis de la obra pública vial ante el jefe de Gabinete,
Guillermo Francos, durante su informe de gestión. Este es el caso de la
senadora de la Unión Cívica Radical (UCR) Carolina Losada, quien afirmó que
algunas rutas son “intransitables” por la cantidad de pozos que tienen. “Hay un
informe que hizo Vialidad Nacional que dice que, de las rutas nacionales que
pasan por Santa Fe, solo el 20% está en buenas condiciones. El resto es un
desastre”, sostuvo.
La legisladora destacó que el
desgaste de las vías nacionales no solo dificulta la conexión de localidades y
el traslado de la producción nacional a puertos u otras provincias, sino que
también supone un riesgo para quienes transitan por ellas. De igual modo, la
Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas
(Fadeeac) advirtió al Gobierno sobre un aumento en los siniestros viales
derivado de la falta de reparaciones.
“Aunque hace tiempo que junto a
otras organizaciones empresarias venimos alertando sobre el mal estado de las
rutas, la situación actual se ha vuelto verdaderamente crítica. Hoy estamos
frente a una emergencia nacional, y eso se traduce en el aumento de incidentes
viales, en muchos casos con pérdidas de vidas”, afirmó Cristian Sanz,
presidente de la entidad.
Ante este escenario, los
gobernadores reclaman la eliminación de fondos fiduciarios que se nutren de la
recaudación del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) −que por ley el
Gobierno debe destinar a obras, pero no lo hace− para que esos recursos sean
destinados a las provincias. “Han presentado un proyecto de ley donde
directamente no existimos”, reclamó ante este medio Aleña, quien cree que la
atomización resultante podría ser perjudicial para la red vial.
En su lugar, el gremio exige al
gobierno de Javier Milei que cumpla con el envío de los fondos que recauda ese
impuesto a Vialidad para poder continuar con las tareas de manera centralizada.
“Tienen 400.000 millones del impuesto al combustible del año pasado guardado en
una cuenta y no lo transfieren para que podamos trabajar”, indicó a LA NACION.
Además, según una presentación
judicial realizada este año, la Dirección solo recibió el 20,96% de los fondos
que deberían haber sido transferidos durante el primer bimestre de 2025.
De acuerdo al escrito presentado,
la retención denunciada no solo genera perjuicios en materia de obras públicas,
sino también en las condiciones laborales de los trabajadores operativos del
organismo, cuya continuidad también está en riesgo.
Según publicó LA NACION, la planta
de empleados será mantenida de manera temporal, pero en el gremio denuncian que
solo se les abonará el sueldo básico, sin los adicionales que hoy cobran por
sus funciones. Además, aunque todavía no recibieron una comunicación formal del
Ejecutivo, estiman que los trabajadores con contrato serán desvinculados.
LA NACION