El 20 de mayo pasado, el gobernador Leandro Zdero protagonizó un momento
incómodo y revelador durante una entrevista cuando, visiblemente alterado,
repitió cuatro veces en 42 segundos que "no hay posibilidades" de
otorgar aumentos salariales. Alegó asfixia presupuestaria, una provincia atada
al gasto en personal y una economía dependiente del modelo libertario nacional.
Sin embargo, diez días después, el mismo Zdero sorprendió con una
decisión que contradice aquel mensaje de impotencia: otorgó un aumento del
17,4% solo para los 4.202 empleados judiciales, excluyendo al resto de la
administración pública, que suma casi 75 mil trabajadores activos más los 70
mil jubilados y pensionados que cobran a través de la Caja provincial. En
total, más de 140 mil personas quedaron afuera de la mejora salarial.
La medida genera fuertes críticas entre los gremios estatales como UPCP,
ATE y UPCN, que vienen reclamando desde hace meses una recomposición urgente.
Según sus relevamientos, el 85% de los empleados públicos chaqueños está por
debajo de la línea de pobreza, estimada actualmente en $1.050.000 mensuales.
Mientras tanto, el último incremento otorgado a ese universo fue en marzo y
abril: un escaso 3,2% mensual, que quedó desactualizado frente a la inflación
acumulada. Está claro que, con las cifras en mano, los sindicatos reclamarán al
Poder Ejecutivo incrementos similares.
Ahora, el contraste es evidente: mientras la inflación proyectada para
junio ronda el 2,5%, el aumento otorgado al Poder Judicial quintuplica ese
porcentaje. ¿Por qué se priorizó a un sector sobre otro en medio de una supuesta
crisis fiscal total?.
Una señal de privilegio
La decisión de Zdero reabre el debate sobre los privilegios dentro de la
estructura estatal. Mientras el gobernador insiste en que el 90% de los
recursos provinciales se destinan a sueldos –y usa eso como argumento para
justificar el ajuste y la paralización de servicios esenciales–, su propio
gobierno aplica criterios de selectividad que benefician a un pequeño grupo:
los judiciales, históricamente vinculados a esquemas de mejora automática a
través de acuerdos institucionales y presión política.
Para el resto del personal estatal, la señal es clara: dificilmente haya
aumentos en lo que resta del año. Así lo dejó entrever el propio Zdero en su
declaración del 20 de mayo, dejando a miles de familias estatales sumidas en la
precariedad y la incertidumbre económica.
Las contradicciones no son menores. Zdero pasó de reclamar comprensión
ante la falta de recursos a desplegar capacidad fiscal selectiva en tiempo
récord. ¿Qué cambió entre el 20 y el 30 de mayo? ¿Aparecieron recursos antes
inexistentes? ¿O simplemente el ajuste no es igual para todos?
Incluso las cifras oficiales quedan en entredicho: antes de asumir,
Zdero aseguraba que el gasto en salarios representaba el 84% del presupuesto;
ahora dice que es el 90%. ¿Aumentó ese 6% sin que se haya registrado una sola
actualización salarial significativa para la mayoría? ¿O es un número inflado
para justificar decisiones políticas de exclusión?.
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