También quedó demostrado que el
gobierno de Zdero tiene serias dificultades para sostener sus números. De
hecho, perdió votos respecto a los últimos comicios. También hay que tener en cuenta
la escasa participación ciudadana: en 2023 votó el 73,09 % del padrón; este 11
de mayo, sólo el 51 %.
Esos 22 puntos de diferencia son
electores independientes que pasaron el domingo en casa. Ganó la resignación, y
por supuesto ganó el aparato (militantes que votan sí o sí, reparto de
mercaderías, recursos del Estado al servicio del partido de gobierno).
Desde luego no es la elección que
esperaba Zdero, que soñaba con alcanzar 9 o 10 bancas, tal vez 11 hace unos
meses, pero tampoco la que esperaba Capitanich, que tuvo que conformarse con
6.
El mérito de la tercera fuerza,
Primero Chaco, es indiscutible. Repitió, como Chiyo Bacileff Ivanoff en su
momento, la hazaña de colar dos diputados, algo que habitualmente sólo es
posible en elecciones de medio término en escenarios mucho más atomizados que
el de las últimas semanas. Sólo que esta vez la tercera fuerza no pedía orden
ni prometía mano dura. No expresaba a una parte de la sociedad, sino a una
parte del peronismo.
Hasta dónde metió la cola Zdero en
el maratónico ascenso de un partido cuyo primer candidato es un fiel
representante de la vieja política, es anecdótico. Lo mismo se dijo de Gustavo
Martínez en 2023. La política no es sólo persuadir al electorado o lograr
consensos puertas adentro; es un tablero complejo en el que los detalles
cuentan porque el único objetivo es ganar. Y con el 98,01 % de las mesas
escrutadas, las cosas están sentenciadas.
Dicho esto, se impone la reflexión
política al margen de la calidad de las propuestas y de los candidatos. La
elección de este domingo no era un cambio de ciclo, era la posibilidad de
mejorar el control ciudadano sobre los actos de gobierno (un gobierno que no
tuvo un solo logro de gestión, y que mostró una caída abrupta de todos los
indicadores sensibles).
Este lunes, cuando los hasta ayer
votantes vuelvan a ser usuarios y puedan acceder a las facturas de Secheep; o
dentro de un mes, cuando esperen noticias alentadores sobre el aguinaldo; o en
cualquier momento, cuando se produzca un nuevo aumento del pasaje de
colectivos, los chaqueños se encontrarán un poco peor que en la víspera pero ya
no tendrán herramientas para ponerle un freno al ajuste. Acaban de decidir que
pueden solos.
Si cada pueblo tiene el gobierno
que se merece, el Chaco no merece más ni merece menos que a Leandro Zdero. El
ciudadano de a pie (o trasladado en remis) decidió este domingo el derrotero de
los próximos dos años. Eso sí: ya no podrá echarle la culpa a la pesada
herencia: está escribiendo su propia historia.
Por Cristian Muriel